2012


jueves, 26 de enero de 2012

Potosi: La carga de la historia

Viajo alado de un señor, no puedo dejar de mirar su rostro, tiene una mueca constante que le dibuja en su cara un llanto permanente, cada vez que ríe parece llorar. No me animo a preguntarle nada, solo divago y me hundo con él en sus penas y tristezas, es dura la vida y hostil el clima a 4.100 metros de altura.

De repente me pregunta algo y me da confianza para saber de él. Es un campesino del altiplano que está más feliz que nunca porque está yendo a visitar a sus hijos que estudian lejos.

Su felicidad y alegría me ponen contento, pero ¿Por qué parece llorar y sufrir tanto cuando gesticula?

Debe ser la carga de la historia: a sus antepasados indígenas la Corona los evangelizaba o los mandaba a la hoguera, nada de adorar al sol o a la tierra.
Sus bisabuelos se incineraban vivos trabajando en el Cerro Rico extrayendo minerales y plata para quienes se enriquecían y saqueaban su país al mismo tiempo.
Sus padres tuvieron que soportar la humillación de un mundo derrochón y excéntrico mientras ellos trabajaban de sol a sol por el plato de comida.

Las cosas están cambiando, son otros tiempos, sus hijos estudian, ya nadie vendrá a venderle espejitos por oro.

Que así sea.

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