El
amor también es un mito.
Alguien
se enamoró por primera vez y lo contó.
La
naturaleza nos hizo sociales, cercanos, unidos. Instinto de supervivencia.
Pero
la civilización inventó el amor.
El
hombre primitivo no pudo experimentarlo o darse cuenta que lo estaba viviendo. Satisfacía
sus pulsiones y listo. No existía una conceptualización social de las
relaciones. La especie se juntaba para sobrevivir.
Si
no fue así: ¿habrán sabido nombrarlo, vivirlo, comentarlo? Dudo.
Pienso
en una tarde en Yala cuando me enseñaste los mitos que moldearon la
humanidad. Romeo y Julieta de Shakespeare (1564-1616) era uno de esos.
Entonces
los artistas inventaron el sentimiento del amor. Ellos se enamoraron de verdad
y lo materializaron de alguna manera.
Una creación cultural: experimentación y promulgación. Engendrar una idea,
abrazarse a ella, sanarse las angustias y largarla al mundo para que otros puedan
vivirla. Escribir sobre el amor. Cantar al amor. Actuar en un anfiteatro sobre
romance y drama. Una especie de propagandismo ideológico: vivir en el amor. No
importa que la dialéctica nos condene a sufrir el desamor. Es parte de la misma
moneda: no hay nada mejor que amar y después
no importa.
Pero
esa concepción dual generó caos. Es que sin sacudidas no podemos
revolucionarnos a nosotros mismos. Y el río trae las ideas diluidas. Absorbidas
por el jodido sistema que siempre se las ingenia para meter la cola.
Entonces
algunos confundieron el amor con conveniencia.
Desde
los matrimonios de la monarquía para extender dominios, pasando por el acomodo
de las clases burguesas y los braguetazos de pueblo, hasta llegar a los
matrimonios fingidos de la política. ¿Te suena?
Otros
lo emularon por miedo.
La
cultura de la soledad atemoriza a los mortales. Las solteronas tildadas de
locas y los tipos sospechados de putos eran los castigos infringidos a quienes
no se camuflen bajo el ropaje de la familia constituida en el amor.
Y
esa ola incuestionable arrastró a muchos a caretear. Fingir para pertenecer.
Tan común desde siempre. Buscar a alguien y ya. No sentirte diferente ni
señalado. Zafar con el certificado de normalidad.
Toda
una idiosincrasia social moldeada alrededor del amor y del falso amor. Me cago
en la dialéctica.
Y
aparecieron las reglas.
Vaya
a saber cuándo, hubo gente que puso reglas. ¡estúpida vida normada! Si hay reglas,
hay apariencias. El jodido buen visto social.
¡Normaron
el amor! ¡Cómo puede ser!
No
sé cómo, pero apareció la monogamia, la represión al deseo, volver impoluto al
sujeto amado. Amarrarlo. En suma, arruinar la libertad poniendo como excusa al
amor.
Falso.
Si
no dejas ser, no es amor. Son celos. Son posesiones. Son inseguridades.
Y
así cercenaron el concepto social del
amor.
Joder
por culo dirían en España.
Suerte
que existís vos.