2012


lunes, 28 de enero de 2019

Vos


El amor también es un mito.
Alguien se enamoró por primera vez y lo contó.
La naturaleza nos hizo sociales, cercanos, unidos. Instinto de supervivencia.
Pero la civilización inventó el amor.
El hombre primitivo no pudo experimentarlo o darse cuenta que lo estaba viviendo. Satisfacía sus pulsiones y listo. No existía una conceptualización social de las relaciones. La especie se juntaba para sobrevivir.
Si no fue así: ¿habrán sabido nombrarlo, vivirlo, comentarlo? Dudo.
Pienso en una tarde en  Yala cuando me enseñaste los mitos que moldearon la humanidad. Romeo y Julieta de Shakespeare (1564-1616) era uno de esos.
Entonces los artistas inventaron el sentimiento del amor. Ellos se enamoraron de verdad y lo materializaron de alguna manera. Una creación cultural: experimentación y promulgación. Engendrar una idea, abrazarse a ella, sanarse las angustias y largarla al mundo para que otros puedan vivirla. Escribir sobre el amor. Cantar al amor. Actuar en un anfiteatro sobre romance y drama. Una especie de propagandismo ideológico: vivir en el amor. No importa que la dialéctica nos condene a sufrir el desamor. Es parte de la misma moneda: no hay nada mejor que amar y después no importa.
Pero esa concepción dual generó caos. Es que sin sacudidas no podemos revolucionarnos a nosotros mismos. Y el río trae las ideas diluidas. Absorbidas por el jodido sistema que siempre se las ingenia para meter la cola.
Entonces algunos confundieron el amor con conveniencia.
Desde los matrimonios de la monarquía para extender dominios, pasando por el acomodo de las clases burguesas y los braguetazos de pueblo, hasta llegar a los matrimonios fingidos de la política. ¿Te suena?
Otros lo emularon por miedo.
La cultura de la soledad atemoriza a los mortales. Las solteronas tildadas de locas y los tipos sospechados de putos eran los castigos infringidos a quienes no se camuflen bajo el ropaje de la familia constituida en el amor.
Y esa ola incuestionable arrastró a muchos a caretear. Fingir para pertenecer. Tan común desde siempre. Buscar a alguien y ya. No sentirte diferente ni señalado. Zafar con el certificado de normalidad.
Toda una idiosincrasia social moldeada alrededor del amor y del falso amor. Me cago en la dialéctica.
Y aparecieron las reglas.
Vaya a saber cuándo, hubo gente que puso reglas. ¡estúpida vida normada! Si hay reglas, hay apariencias. El jodido buen visto social.
¡Normaron el amor! ¡Cómo puede ser!
No sé cómo, pero apareció la monogamia, la represión al deseo, volver impoluto al sujeto amado. Amarrarlo. En suma, arruinar la libertad poniendo como excusa al amor.
Falso.
Si no dejas ser, no es amor. Son celos. Son posesiones. Son inseguridades.
Y así cercenaron el concepto social del amor.
Joder por culo dirían en España.

Suerte que existís vos.