Fui un hereje y tengo que
confesarlo: siempre miré con desconfianza a Gustavo Cerati, no se bien los
motivos, quizá porque era el favorito de mis hermanos y yo necesitaba hacer la
contra, o tal vez por ese adoctrinamiento festivalero “Luca no se murio…..que
se muera …..….”. Cosas que suceden de chico.
Pero lo peor fue en el 2007, Cerati
presentaba “Ahí vamos” en el mítico Estadio Obras y fui llevado a las fuerzas
por mi novia de ese momento. Todo marchó medianamente bien los primeros treinta
minutos, hasta que empezó un set muy electrónico con maquinas y groves que en
su momento no supe entender. A mi alrededor había muchos lentes de sol en plena
noche y movimientos bolicheros, no me gustó para nada estar ahí y convencí a mi
chica de que huyamos de ese lugar. Nos fuimos al viejo Roxy de Palermo a sentarnos
en la mesa que estaba justo debajo de la guitarra “Influencia” de Charly Garcia
toda pintarrajeada por su autor. Fue un alivio llegar, como un idiota me puse a
despotricar al recital que había concurrido; estaba en un momento muy
disparatado de mi vida, todavía creía en el rock contestatario como forma de
vida. Me pasé la noche entera mirando la guitarra de Charly, pensando en su
lastimoso reviente, en Santa Fé y Coronel Díaz, en ese Buenos Aires capital
mundial del rock que nunca llegué a conocer. Mi confusión de esos días era
insoportable, creo que me quedé soltero esa misma noche.
Los años pasaron y la reconciliación,
con Gustavo Cerati, fue leve, Soda en River y presentación de “Fuerza Natural”
en el Orfeo, un tímido romance pero nada extraordinario.
Tardé mas de la cuenta en comprarme
“Caramelos Santos” y “Amor Amarillo”, todavía hoy no entiendo como Cerati
concibió esos discos en los incipientes noventa, sonido que hoy 2014 suena a
vanguardia, a mirar más allá, a apostar al futuro.
En este mundo hipócrita donde una
vez muerto hasta el peor traidor se convierte en héroe, que ésto valga como confesión
avergonzada: yo también descubrí demasiado tarde a Gustavo Cerati; y si bien
fui a sus conciertos, no supe disfrutarlo como ameritaba, mejor dicho, no supe
entender su elevada búsqueda musical.
Lo siento y hasta pronto Gustavo.
Lo siento y hasta pronto Gustavo.