2012


domingo, 2 de octubre de 2011

Nido

¿Habrá sido eso la felicidad? Vos acurrucada en tu autodenominado “rincón” de la cama mientras yo leía o escribía algo; y cada tanto la eternidad del momento representada en un abrazo, beso o caricia.

Eras la dueña de la ciudad, todo se relacionaba y era tuyo: si había una banda de jazz, podríamos ir; si veía un lindo restaurant, te invitaba; si hasta los horarios del cine eran ojeados para ver si coincidían con tu agenda de clases.

Viajar era imaginar el reencuentro, caminar otro país era pensar en la macanita o en el regalón que justificara la vuelta a casa. Y tus visitas ¡como olvidarlas! Nunca mejor aplicado el “si venias a las 4 desde las 3 estaba contento”

Todo brillaba, verdaderos días de sol; solo nos dimos felicidad y satisfacciones, nunca amarguras.

Ahora que lo pienso, la felicidad es una verdadera puta porque si ella se alcanza o logra quiere decir que antes no se tenía o que en el futuro se irá…

Aprendí a estar bien aquí solo y desvelado escribiendo esto, como cuando me dabas la mano y nos perdíamos en la ciudad o como aquella noche que quisiste salir a correr bajo la lluvia y después puchereaste porque se te agrandaron y arruinaron tus chatitas verdes, chancletudita mía.