No importa lo que hayas estudiado, leído, ni lo que te cuenta la O.N.U; aquí en El Chapare no hay opción hermano: los niños apenas caminan ya empiezan a trabajar como espantapájaros en la cosecha de quinua. Cuando el cuerpito les da para largas caminatas en el altiplano, se convierten en todos unos labradores de llamas y vicuñas. Y la graduación llega a los catorce años: se es cocalero o se es.
A la gente importante de la OIT, UNICEF y órganos de la Convención de los Derechos del Niño no les interesa ni les interesó nunca esta situación; ellos están muy cómodos en sus sillones y oficinas en New York, Washington o Ginebra, mira si les van a importar estos negritos pies descalzos que hablan en quechua y pisan coca.
El banquete será de otros, el mundo marcha mal no hay dudas ni excusas, pero que lindo y como se me infla el pecho cuando veo a los humildes sonreír y bailar en el medio de la nada, me imagino a los poderosos naufragando a la deriva en un mar de ambiciones.
sos enorme santi querido, segui con esto. chanfle
ResponderEliminarmuy bueno peca ! siga haciendo patria !nacho
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