2012


lunes, 24 de julio de 2017

Maneras de vivir: Ciudadana S.



Hoy es el natalicio de una Ciudadana de verdad, de esas personas cuya sola presencia justifica transitar por una sociedad desértica de tanta gente. Hace mucho aprendí que es preferible cultivar la amistad antes que perseguir tesoros. Por eso éste homenaje.

Nos conocimos en el sitio más horripilante de todos y hace relativamente poco, aunque las pruebas de rigor indican nuestra permanencia conjunta en los lugares donde había que estar: el regreso de Andrés, los recitales de García cuando era García, la vuelta de Soda, los antros del Abasto, los sótanos de Buenos Aires y las fiestas de persianas bajas con trapicheo al menor.

No existen metáforas para describir los vericuetos de una personalidad semejante. Está más allá de psicoanálisis, la teoría de la evolución y cualquier intento de encasillar lo inclasificable.

Por eso hay que ir al hueso y decir que el rock´roll sería un género de ciencia ficción si no fuera por figuras como la Ciudadana: rockera furtiva, connatural a los excesos, equilibrista en la perversión, despojada de prejuicios y comprensiva de la anormalidad.

No hay acontecimiento ni conducta que le parezca inapropiada o desviada, por eso resulta ser la trinchera afectiva de los perdidos y solitarios. Los perseguidos por el horror moral y el puritanismo berreta siempre van a encontrar refugio en su generosidad constante y su compañía sin asfixias ni exigencias. Tiene un bonus track: la Ciudadana le pone el cuerpo, oído e incluso dinero, es decir, todo el apoyo imaginable, a cualquier proyecto artístico que llegue a sus orillas. Solamente quienes la frecuenten, pueden dar cuenta de su generosidad inverosímil para los tiempos que corren.

Ya no te cruzas con personajes así: la Ciudadana transita las noches con un vértigo escalofriante, puede ser una forajida nocturna pero nunca pierde su elegancia. Tiene el temple de un tanguero curtido por mil historias, resguarda secretos con rigurosidad tumbera e incluso entiende de distancias: esa tolerancia respetuosa ante los caminos dispares de la vida. Maneja a la perfección la ley más importante de la calle: nunca pregunta demasiado. Discreta por donde se la mire.

Hace tiempo que con la Ciudadana nos damos cita en lugares inhóspitos en los alrededores de la zona más turbia de la ciudad. Nos sentimos en casa en los tugurios más sórdidos. Disfrutamos ser extranjeros. En esos sitios truculentos, rodeados de borrachines y humo, celebramos nuestra amistad. Los detalles de nuestras charlas psicotrópicas e inabarcables, son un tesoro privado que resguardo debajo de la alfombra de mi corazón. Ningún juez ni siquiera una picana me harán contar jamás lo que he visto u oído de su parte.

Hay pocas personas en este mundo a quien ofrezca mi respeto explícito. La Ciudadana es una de ellas.

Si pudiera fantasear, antes de pedir que los presos vuelvan a sus casas, quiten las rejas de las plazas y en casa de gobierno instalen una biblioteca o cinemateca orgullo mundial; con seguridad pediría que clonen a la Ciudadana. A la humanidad le va a hacer falta.




                                                                                                                  Santiago Jorge. 07/07/2017

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