2012


lunes, 10 de abril de 2017

(in) Satisfaction

Todos los hombres y mujeres solos de más de 30 sienten, en comentarios serios o en broma, la expectativa social de que deberían tener hijos, o por lo menos estar en pareja. Sobre eso, un bombardeo publicitario y social mediático cargado de madres, padres, hijos, perros, novios y novias, todos sonriendo un domingo de sol. Infinitos posts de amigos que ya se casaron y tienen hijos y, por lo menos en Facebook, parecen felices.

Al mismo tiempo, esos amigos con hijos miran los posts sobre las fiestas a las que no van, los viajes que no están haciendo, los tragos que no están tomando y los cuerpos que no se están cogiendo. Un recordatorio constante de que ya no son tan divertidos, ni tan creativos, ni tan flacos como antes.
Ambos parecen ignorar que todos estamos sometidos a un mismo discurso, el que dice que lo que hacés no alcanza, que lo que sos es poco, que algo te falta. Una micro cadena nacional de publicidad privada donde todos anunciamos felicidad y sentimos ahogo. Un mandato social de la carencia, colectivamente autoinflingido.


Ciudadano Sklar.

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