Por Lord Ringo
Recuerdo el siglo XII cuando navegábamos nuestras primeras millas
marinas en el océano eléctrico, cuando me diste tu vinilo de Rain Dogs,
cuando descubríamos la falta de vibratos enfáticos y jugaba Maradona.
Cuando nos daba igual preparar juntos una receta original de vermicelli o
romper el chanchito para hincar el diente en un mixto del bar
palentino.
Cuando leíamos a Truman Capote en voz alta los veranos, cuando
desafinábamos alegremente en formatos analógicos, cuando gastábamos un
millón en ropa japonesa que no íbamos a usar nunca, cuando veíamos
televisión los domingos para tener de qué hablar los lunes, cuando
celebrábamos el entierro de las ideologías y el pensamiento...
Cuando dejábamos de luchar y aún desayunábamos en Plaza Francia sin
haber dormido, cuando una noche de excesos era la excepción a la regla,
cuando conocimos el miedo real y nos rebotaron nuestra american
express...
Cuando empezamos a escribir sin saber leer,
cuando hicimos de la filosofía un insulto,
cuando mandábamos de la piel para adentro,
cuando las puertas de las farmacias se abrían de par en par.
Cuando éramos reyes y llamábamos paz a la guerra y libertad a la muerte.
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