2012


jueves, 4 de junio de 2015

Basura de la alta suciedad


No me gustan los clamores populares. Desconfío del consenso mayoritario porque en definitiva viene a ser siempre más de lo mismo: atender y mantener el discurso dominante que trasluce un desprecio por las minorías y los diferentes. Nunca vi la plaza llena pidiendo por los linyeras o los presos hacinados en prisiones que no cumplen ni por asomo con el respeto por los derechos humanos. A nadie le importa.

El año pasado hubo rumor de un proyecto legislativo que preveía una ayuda económica para travestis y transexuales mayores de cuarenta años que hubieran sufrido episodios policiales. La sociedad en pleno lo rechazó y hasta banalizó el tema a niveles absurdos, recuerdo no poder opinar seriamente porque todo se tomaba para el chiste. De concretarse el proyecto, hubiera sido una de las leyes más progresistas de los últimos años. Pero no pudo si quiera empezar a discutirse que la asquerosa doble moral atacó con todo. Sin ningún tipo de conocimientos se rechazó con unanimidad aquellas buenas intenciones (valga también la crítica a la clase política, que ante la impopularidad metió marcha atrás, no les interesa un carajo el progreso, sólo los votos).

Hay que empezar por defender a los indefensos. Los travestis y transexuales tienen un promedio de vida de 38 años, achacados por enfermedades sexuales, ingesta de hormonas y operaciones dudosas; difícilmente son empleados en el sector público y muchísimo menos en el privado, ¿conocen a alguien que les daría trabajo? No solo eso, son discriminados ante cualquier acto de la vida civil: ir al súper o al kiosco ya representa tener que aguantar una mirada obscena, un chiste estúpido o símil. ¿Fueron a alguna reunión o evento y vieron un amigo travesti?  Este grupo marginal no tiene más opción de trascendencia que deambular de noche mientras la moralina duerme y ejercer la prostitución (que ni siquiera es tal sino que ellos mismos reconocen ser parte de un ridículo fetichismo).

Preocúpese por ellos, luchen por su igualdad e inclusión. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario