Por Santiago Jorge
Todos los años algún hecho
imprevisible y extraordinario viene a perturbar mi reconfortable pesimismo,
siempre el destino me planta una prueba que asevera con convicción y derrumba
mi hipótesis acerca de que el mundo es un lugar inmundo y tacaño. Esta vez la esperanza se apareció con forma de libro,
un cartero tocó mi puerta y recibí “Ninguna nuez” de mi amiga Mariana Kruk.
El efecto fue inmediato. No importa la
situación social, económica o sentimental, la vida es mas hermosa si nos
adentramos con pasión en los versos que Mariana regala a rolete. Aunque vale
una advertencia: tanta belleza en la poesía de Kruk podría hacernos experimentar
un vacío inmenso, el viento de caída sin paracaídas, algo parecido al síndrome
de abstinencia. Es que contrariamente a lo que al común de los mortales nos
sucede con los desencuentros y desengaños amorosos, en “Ninguna nuez” la poeta
se encarga de hacer un arte sensible y profundo, muy lejos de los tópicos
patéticos en los que la mayoría caemos.
En estos tiempos canallas en que los
opinólogos y analistas de turno esbozan teorías acerca de la puja de poderes
también existentes en las relaciones amorosas por el hecho de serlo, y, en
donde, los hombros amigos suelen predicar que gana dicha puja “quien olvida
primero”; Mariana viene a reivindicar esos momentos oscuros de soledad, a
resaltar la belleza de los latidos de domingos en pantuflas y sin planes, de
noches a la deriva buscando el trébol de la suerte, de estar pálido y carcomido
buscando una explicación o culpable y solamente ver un espejo. Es simple, donde
todos vemos dolor Mariana hace poesía
Así de raras son las cuestiones que
suceden en este extraño lugar llamado mundo; por suerte nos quedan los
artistas, para devolvernos la sonrisa aunque el contexto no lo amerite. No me
arrogaría la facultad de darle un consejo al lector que posiblemente no
conozca, pero si lo requiere, aquí va por adelantado: si no sabes qué hacer con
tu vida corre a una librería y comprate la trilogía poética de Mariana Kruk;
“Hasta la última uva” (Otro Contar 2010); “Migas” (Otro Contar 2012) y “Ninguna
nuez” (Textos Intrusos 2013).
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