2012


domingo, 10 de marzo de 2013

Bajominguero


Cuando no puedo pegar un ojo y la noche se me vuelve una pendiente intransitable, me acuerdo paso a paso en como ardimos inútilmente. Te vi sentadita y en paz apagando un pucho sobre un lienzo que te daba repulsión por los olvidos que te hacían recordar; se me trabó la mandíbula, nunca fue mi oficio el prender quimeras como vos prendías y apagabas un cigarrillo tras otro. Una tremenda incoherencia tuve que hilvanar para sacarte una sonrisa y como te tuve que insistir para que tomemos un café, nuestro café. 

Después vino lo de siempre, creernos fuera de la rutina por andar auto regalándonos libros de saldos editoriales, o por tomar mate trasnochados y alejarnos de los tópicos mientras arruinábamos cualquier mueble bajo el concepto y justificativo de estar haciendo “arte plástico”. 

Que absurdo es todo cuando no dormimos y vemos la verdadera realidad: sabernos condenados antes de cometer el delito, reprimidos antes de salir de la coraza… dos niños que se conocen en la guardería y que les resta una hora para hacer y deshacer su amistad.  

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