2012


viernes, 16 de septiembre de 2011

¿Para Qué? ¿Porque?

Me pidió que le escribiera algo, como si fuera tan fácil; yo le insistí tanto con que me dejara entrar a su taller y verla pintar que esto parece ser una devolución de gentilezas…

Puso un disco de Pescado Rabioso que tiene más años que los dos juntos y se apareció con su mameluco violeta violentamente salpicado por viejas mezcolanzas.

Me senté, acomodé y observé: paletas y pinceles, su tela y atril, su pequeña escalerita y un ambiente parco, mezcla de humo, pintura y fantasía.

Se divertía comparando el rojo carmesí con mi cabellera, de las risas pasaba a las amenazas con aguarrás ante mis avalanchas sobre su humanidad y juraba no dejarme entrar nunca mas ni pintar para mi.

Me calmé y la deje trabajar, sus movimientos y energía eran tan cálidos…nos complementábamos tan bien que un día tendríamos que separarnos, sin peleas ni ceniceros, algo así como aquel tango que elige perder un amor nada mas que para salvarlo. Justo Spinetta cantaba “vos no me dejaste nena, tampoco yo a vos al tiempo que su mirada era cómplice de todo.

Cuando lo comprendí, sólo pedí que no cambie, que mantenga su frescura y brillo al hablar y gesticular; yo sobreviviría, siempre fue así.

Empecé a entender lo que plasmaba en la tela y el Flaco se despachó “justo que pensaba en vos…caí muerto” e hizo el punteo más conmovedor del rock nacional. Parecería que Antonine Artaud nos lo hubiera dedicado…

Dos días después sabíamos el desenlace y aunque no nos importaron jamás las formalidades, nos vimos para decirnos no va mas.

Lo más hermoso fue que nunca tuvimos que prender la televisión, no hubo ningún vacio que llenar, siempre fuimos los dos y a devorarse el mundo…

FIN. Muy

domingo, 11 de septiembre de 2011

Ellos

Cuando se sentía peleado con el mundo, a los tropezones con sus amistades; la buscaba en ese refugio: una mueca, un saludo o alguna incoherencia nueva, no importaba si fuera virtual, él lo percibía, la calma después de todo.

Mientras esperaba/planeaba el abordaje o naufragio, se divertía pensando en éste absurdo: se vieron dos veces en 8395 días o 23 años para redondear, como sea, todo conducía a ella: ese libro, el disco que sonara o cualquier acorde de guitarra.

No sabia si la quería, si eran solo ganas, si proyectarían, si se encontrarían, si se besarían, ¡ni siquiera sabia si habría tema de que conversar! Todo estaba en su cabeza, una simple construcción mental o una maquinada mas como le dicen los del barrio.

Las dos veces fueron geniales, arrancaban con algún tópico ilógico: hacerse los que conversan cuando solo piensan en las miradas, los perfumes, los swings y como lo no convencional los atrae ¿mutuamente?

No se preguntaron nombre ni edad ni profesión de los padres, ellos esperan bromas y caricias, nunca fortuna.

Para muchos será difícil de entender o hilvanar, pero ¿Por qué la policía de la moral tiene que cuestionar y comprender todo? El solo quiere tomarle la mano y ella solo espera que le prepare una limonada a la siesta.

Mientras todos buscan posesión, celos y derivados; ellos piensan brindarse libertad, comprensión, canciones y caramelos.


R. Oliveira, Septiembre de algún año.